Las palabras son inofensivas, contenedoras de sentimientos. Por eso a veces creemos que nos dan miedo las palabras pero lo que realmente nos da miedo es lo que contienen, lo que significan, todo aquello que pueden llegar a albergar. Por eso para perderle el miedo a algo primero tienes que decir su nombre, pronunciarlo lentamente y sin que te tiemblen los labios.
En cambio hay personas que culpan a las palabras, y se escuxan detras de eufemismos, que es lo mismo que poner una tirita a una herida para taparla. Cada persona introduce en las palabras su propio significado, y a veces, demasiadas veces, nos dan miedo las palabras por lo que piensen los demás. No hay mejor manera de perder el miedo, que desnudarse ante este folio imaginario a ojos de quien lo lea, por eso me desnudo con palabras y me coso los defectos uno a uno, más allá de lo que nadie pueda llegar a pensar.
En cambio hay personas que culpan a las palabras, y se escuxan detras de eufemismos, que es lo mismo que poner una tirita a una herida para taparla. Cada persona introduce en las palabras su propio significado, y a veces, demasiadas veces, nos dan miedo las palabras por lo que piensen los demás. No hay mejor manera de perder el miedo, que desnudarse ante este folio imaginario a ojos de quien lo lea, por eso me desnudo con palabras y me coso los defectos uno a uno, más allá de lo que nadie pueda llegar a pensar.
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